lunes, 1 de abril de 2013

En un plís plás


No queridos, ni mucho menos os he abandonado, simplemente es que ando liada.

Vosotros diréis esta mujer anda siempre atareada, cuando no de mudanza, en otros menesteres. Y tenéis razón. No sé que capacidad tengo para no estarme quieta, para cómo decía mi madre, enredar. Así son las cosas, una es de natural movidito y claro, a veces sufro atascos, pero nada que no se pueda solucionar.

Sin embargo, una cosa es ser activo y otra muy diferente ir por la vida corriendo y sin resuello. A eso si que me niego, de verdad. Me gusta tanto la vida  y disfrutarla, que creo sinceramente que a cada momento hay que dedicarle su atención, porque si hiciéramos un recuento de todo lo que nos perdemos por ir como motos se nos pondría una cara tristísima.

Por lo tanto queridos míos, una premisa más que tenemos que añadir a nuestra lista. Despacito y con alegría para que no se nos despiste nada de nada, ni lo más mínimo.

Y aunque parezca un contrasentido la receta de hoy es rápida. Je, je, pero su rapidez nos va a proporcionar más tiempo para estar con los amigos o para atender a la amiga que nos ha tomado por un confesionario, o a la charla en un mediodía de esos de hola madre que he venido a verte.

La pasta, ya sabemos todos, es un invento maravilloso que nos saca de apuros; en momentos de escasez  y en los que hay que improvisar. Venga, a la cocina, que os enseño como dar de comer en dos minutos. Bueno, cinco. Esta receta es de mi tía Isabel, buenísima cocinera, con la que las horas de charleta sobre secretos culinarios y trucos echo mucho de menos.

Necesitamos un paquete de buena pasta. Pueden ser spaguetti, papardelle, mejor si es fresca, pero como no hay que ponerse ssstupendos, pues lo dejamos en pasta. Punto.

Dos latas, dos, de berberechos. Un par de dientes de ajo fileteados, una copita de vino blanco, bueno dos también, una para la receta y otra para nosotros y el caldo de las latas.

Mientras cocemos la pasta, doramos en aprox.  tres cucharadas de aceite, los ajos fileteados. Separamos del fuego, dejamos que se temple un poquito el aceite y añadimos el vino que no nos hemos bebido, ja, conviene aclararlo,y el caldo de las latas. Dejamos reducir un poquito la mezcla, añadimos los berberechos, escurrimos la pasta y la rociamos con la mezcla anterior. ¡ Y a la mesa !

Qué, era o no era rápida y fácil ?

Hay quién le añade queso rallado, aunque los expertos italianos aconsejan tomar la pasta que lleva pescado sin queso, con el fin de que los sabores del pescado se aprecien al máximo. Pero...... Para gustos se hicieron los colores.





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